El primer semestre de este año ha sido el segundo mejor de la historia. Entre enero y junio, los fondos de capital –nacionales e internacionales, públicos y privados, los destinados a empresas consolidadas y los que entran en compañías en desarrollo– invirtieron 3.064 millones de euros en España, según las cifras provisionales de Ascri, la asociación que reúne a las gestoras del sector.
Aunque el año pasado fue una excepción, normalmente los segundos semestres de cada ejercicio –con la presión habitual por cerrar temas antes del cambio de año– son mejores que los primeros, así que podríamos tener un 2018 de récord”, asegura Miguel Zurita, presidente de Ascri y socio director de la gestora Altamar Capital Partners.
La abundancia de liquidez y el momento dulce de España ayuda a que el sectro pueda vivir un año birllante
Todo apunta a que así será y que en diciembre se habrán dejado bastante atrás los casi 5.000 millones invertidos en el 2017, el tope anual hasta ahora. En las cifras de Ascri hasta junio no están contabilizadas operaciones relevantes que ya se han anunciado, como la toma de la mayoría del capital de Codorniu por parte de Carlyle, la venta de Cirsa a Blackstone o la doble operación realizada por Cinven con Ufinet, entre otras.
Tampoco se ha tenido en cuenta la ampliación de capital en Glovo, donde Rakuten y AmRest se han comprometido a aportar 110 millones de euros, ni, obviamente, las transacciones aún en curso, como las de Bimba y Lola o Gaes, en la fase final de sus respectivos procesos.
Aunque no hay previsiones oficiales, en el sector se confía en superar los 6.000 millones de inversión este año. España está de moda y los fondos están como locos por invertir aquí. Una de las últimas grandes operaciones ha sido la de Cirsa, protagonizada por Blackstone, que ha valorado el grupo de juego y ocio con sede en Terrassa en los 2.600 millones de euros, deuda incluida.
Aunque no hay previsiones oficiales, en el sector se confía en superar los 6.000 millones de inversión este año
En el fondo neoyorkino creen que esta megaoperación entra en los parámetros de su actividad, que consiste en buscar buenos activos para invertir, con equipos directivos sólidos al frente, allí donde estén, siempre que se den las condiciones de mercado para ello. Así lo explica Lionel Assant, responsable de capital riesgo de Blackstone para Europa: “Hemos sido firmes partidarios de la economía española en los últimos quince años, hemos invertido en diferentes sectores y seguiremos estudiando inversiones en el país, ya que creemos que el margen de recuperación de la economía española es aún alto”, asegura.
¿Y Cirsa? “Es un gran negocio. Joaquim Agut y su equipo han logrado un crecimiento rentable y sobresaliente durante los últimos 12 años, convirtiéndola en un operador internacional líder en juego y ocio. Con esta inversión queremos apoyar a Joaquim y su estrategia en esta nueva etapa así como la expansión de Cirsa tanto a nivel orgánico como a través de adquisiciones y en nuevas zonas geográficas”.
Quizás lo más destacado de la venta de Cirsa –o la de Codorniu o tantas otras– es que ya nadie o casi nadie se lleva las manos a la cabeza cuando se realiza una operación como esta. La era de los fondos está aquí, se les ve como un actor más –importante– de la economía y esto supone, en cierta medida, una entrada de España en la normalidad.
En el 2017, por primera vez en la historia, la ratio de inversión en capital riesgo del país alcanzó la media europea, situada en el 0,4% sobre el PIB. “Es verdad que estamos lejos del 0,8% del Reino Unido o el 0,6% de Francia, pero hay que felicitarse por los datos y por una realidad subyacente muy importante: va calando la idea de que los fondos aportan valor”, insiste Zurita.
La imagen de los fondos como destripadores de empresas o especuladores sin escrúpulos que se instaló en España tras el fracaso de algunas de sus inversiones al llegar la crisis ha cambiado poco a poco. Javier Andrés, director general de la azulejera valenciana McBath, mantiene que su experiencia personal desde la entrada de Nazca Capital es muy positiva. “Para un gestor, la llegada de un fondo es una oportunidad de obtener ayuda en forma de recursos económicos, pero también apoyo a la estrategia y disciplina para el día a día”, asegura el directivo.
La imagen de los fondos como destripadores de empresas o especuladores sin escrúpulos ha cambiado poco a poco
“Además, los fondos resuelven muchas veces los problemas de transición accionarial y, por otra parte, suelen hacer partícipes del éxito a los directivos, con incentivos para la creación de valor que no tienes normalmente en otros casos”, añade Andrés.
Cada empresa es un mundo y otra muestra de la madurez del sector es que es plenamente capaz de proporcionar respuestas diferentes a necesidades y realidades muy distintas. No solo en lo que se refiere al tamaño de las operaciones o al momento de la inversión, sino a las circunstancias particulares.
Sherpa Capital constituye un buen ejemplo de esta diversidad. La gestora tiene un fondo para lo que denomina “situaciones especiales” y ahora acaba de levantar otro, de 150 millones, para empresas pequeñas.
La especialización es la muestra más evidente del éxito y la consolidación del imperio de los fondos
“En el mercado hay muchos fondos dispuestos a invertir en empresas con un beneficio bruto de explotación (ebitda) de 20 millones o más, pero muy pocos miran con interés las centenares o miles de compañías que ganan entre 2 y 5 millones y necesitan capital”, comenta Eduardo Navarro, presidente ejecutivo de Sherpa.
Una pyme de estas características, con ventas de 25 millones y un ebitda de 3 millones, miraba hace unos años a los fondos casi como extraterrestres. Hoy, ya no. “Muchos empresarios tienen casos cercanos con experiencia y nos ven como algo próximo. Antes, en nuestra primera visita a una empresa así nos tocaba evangelizar; ahora, no hace falta y pasamos a hablar de negocios directamente”, concluye Navarro.
La especialización es la muestra más evidente del éxito y la consolidación del imperio de los fondos. No solo de capital. También de deuda, donde cada vez hay más oferta disponible para las empresas. Una de las últimas en llegar a España es la francesa Tikehau, que empezó a operar en septiembre del año pasado y ya ha participado en cinco operaciones de deuda, siempre dando apoyo a fondos de capital.
Ahora, Tikehau espera dar un paso más y realizar sus primeras inversiones –con paquetes minoritarios– en empresas de tamaño medio. En esta compañía creen que España sigue ofreciendo grandes oportunidades y, como el resto, no quieren quedarse fuera.
Artículo escrito por: La Vanguardia